Olivia Sudjic: “Fui adicta a las relaciones tóxicas. No es una adicción obvia ni antisocial y por eso es peligrosa”

¿Es la ansiedad el gran dolor de nuestra época? ‘Expuesta’, el primer libro de la autora londinense, indaga en la angustia de su generación, en su desarraigo y en sus consuelos efímeros y engañosos.

Tal vez haya que leer a la jovencísima Olivia Sudjic para entender de qué naturaleza está hecha hoy la ansiedad que rampa por las venas de un milenial. Qué se esconde detrás de su aparente indolencia, la cara-pantalla de estos jóvenes ora silentes ora vocingleros. De qué tienen miedo o qué les duele si parecen no saber nada porque a nada atienden. Qué oscuros laberintos de su subconsciente recorre un post desde que lo suben a la red y pulsan compartir hasta que reciben mil me gusta. Ansiedad Z de la novísima literatura.

Olivia Sudjic, londinense de origen yugoslavo (cuando este origen existía en el mapa), hija de dos periodistas rotundamente contrarios y temerosos de su temprana vocación de escritora (su madre fue la primera editora del Traveler U.K. y su padre dirige The Design Museum-London), a sus 30 años ha escrito un pequeño ensayo sobre la vida expuesta de tantos que viven pendientes de su particular audiencia. Iba a ser su segunda novela, tras una primera (Una vida que no es mía) en la que su protagonista suplanta la personalidad de una mujer que se desnuda en las redes sociales, pero se le cruzó un ataque del asunto o la ansiedad como epidemia: Expuesta (editorial Alpha Decay).

PREGUNTA: ¿Es la falta de identidad o arraigo el motivo principal de esa creciente ansiedad que usted califica de epidemia?
RESPUESTA: Puede ser una de las razones más importantes, sí, pero a ella, en el caso de las jóvenes generaciones, se añade un peligro que tiene mucho que ver con la tecnología. Hablo de la omnipresencia de las noticias que amedrentan sobre los populismos y el cambio climático, frente a las que nos sentimos impotentes como ciudadanos. Es verdad que cada época histórica sufrió sus conflictos, pero una guerra finalmente se acaba, tiene una solución política, mientras que los males generados por el moderno capitalismo parecen no tenerla. Mi generación creció con dirección de email cuando Internet parecía la gran esperanza que iba a cohesionar al mundo trayendo la libertad, y Francis Fukuyama hablaba del fin de la Historia: el mundo ya no sufriría más turbulencias. Pero éstas llegaron precisamente con Internet, que no iba a permitirnos desconectar jamás.

 

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